20 mayo 2016

CUENTA LA ABUELA…



CUENTA LA ABUELA…
Las cosas importantes que pasan en la vida de las personas aparecen reflejadas en alguna parte: fotos, un círculo en un número de un calendario, una nota en la agenda, un garabato en una servilleta de un bar con un teléfono que no podemos olvidar…Pero ése día fue un día como otro cualquiera, sin fecha, sin hora, sin por qué y sólo quedó reflejado en mí. Fue el día en el que me di cuenta de que había aceptado con absoluta normalidad algo tan grande como que ella me querría siempre.
Había una vez unos niños a los que nunca les faltó tarta de manzana en su cumpleaños, ni coca en San Juan. Unos niños cuya ropa estropeada siempre tuvo una solución: si las rodillas estaban rotas se les ponía una rodillera con el superhéroe del momento, si hacía frío se les tejía un jersey o una bufanda. Unos niños a los que les dejaba meterse en su cama por muy temprano que se levantasen. Había una vez cuatro hermanos que escuchaban incansables el cuento  del “Barquito de papel” mirando un tapiz pintado por ella que parecía que lo ilustraba. Pasaron los años y gran parte de la vida de aquellos niños cambió mucho pero siguieron recibiendo su llamada para ver cómo les iba, nunca faltó a sus cumpleaños aunque fuera con la pierna escayolada y les esperó cada domingo con la merienda preparada por si iban a visitarla. Fue en una de esas meriendas, de un día como otro cualquiera cuando, mirando como sus manos finas y cuidadas doblaban la servilleta de esa forma tan peculiar que ella lo hacía,  me di cuenta de que mi abuela era la parte de mi vida que se mantenía inamovible. Ella había vivido mis cambios manteniéndose siempre a mi lado, como si yo no cambiara, como si ella no cambiara. Me di cuenta de que además de mi abuela era una persona con mucho por contar.
Cuenta la abuela que también fue niña, que vivió una guerra, en tiempos en los que tener dinero significaba poder tocar el piano y pintar. Cuenta que tuvo que superar muchas ausencias, que encajar muchos golpes y que empezar de cero muchas veces aunque ganó en experiencias, libertad y sensatez. Cuenta la abuela que aprendió a gestionar con éxito una economía doméstica, a mandar y a mantener el orden con respeto, que creó una familia con hijos, nietos y biznietos de la que fue la reina.

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