CUENTA LA ABUELA…
Las
cosas importantes que pasan en la vida de las personas aparecen reflejadas en
alguna parte: fotos, un círculo en un número de un calendario, una nota en la
agenda, un garabato en una servilleta de un bar con un teléfono que no podemos
olvidar…Pero ése día fue un día como otro cualquiera, sin fecha, sin hora, sin
por qué y sólo quedó reflejado en mí. Fue el día en el que me di cuenta de que
había aceptado con absoluta normalidad algo tan grande como que ella me querría
siempre.
Había
una vez unos niños a los que nunca les faltó tarta de manzana en su cumpleaños,
ni coca en San Juan. Unos niños cuya ropa estropeada siempre tuvo una solución:
si las rodillas estaban rotas se les ponía una rodillera con el superhéroe del
momento, si hacía frío se les tejía un jersey o una bufanda. Unos niños a los
que les dejaba meterse en su cama por muy temprano que se levantasen. Había una
vez cuatro hermanos que escuchaban incansables el cuento del “Barquito de papel” mirando un tapiz
pintado por ella que parecía que lo ilustraba. Pasaron los años y gran parte de
la vida de aquellos niños cambió mucho pero siguieron recibiendo su llamada
para ver cómo les iba, nunca faltó a sus cumpleaños aunque fuera con la pierna
escayolada y les esperó cada domingo con la merienda preparada por si iban a
visitarla. Fue en una de esas meriendas, de un día como otro cualquiera cuando,
mirando como sus manos finas y cuidadas doblaban la servilleta de esa forma tan
peculiar que ella lo hacía, me di cuenta
de que mi abuela era la parte de mi vida que se mantenía inamovible. Ella había
vivido mis cambios manteniéndose siempre a mi lado, como si yo no cambiara,
como si ella no cambiara. Me di cuenta de que además de mi abuela era una
persona con mucho por contar.
Cuenta
la abuela que también fue niña, que vivió una guerra, en tiempos en los que
tener dinero significaba poder tocar el piano y pintar. Cuenta que tuvo que
superar muchas ausencias, que encajar muchos golpes y que empezar de cero muchas
veces aunque ganó en experiencias, libertad y sensatez. Cuenta la abuela que aprendió
a gestionar con éxito una economía doméstica, a mandar y a mantener el orden
con respeto, que creó una familia con hijos, nietos y biznietos de la que fue
la reina.
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